El viaje sigue su curso aún… ha sido de mucha tenacidad, vivencia positiva, alegría, unión y sobre todo único. Épico, fantástico y verdadero. Ni la naturaleza los ha podido detener. Acá la historia de la boda de mis padres…
Hace 50 años atrás, el 23 de diciembre de 1972 a las 4.00 p.m. sería la boda de mis padres Denis Sánchez y Juanita Campbell. Suponía ser una celebración perfecta pues iniciarían un viaje de vida juntos pero 15 horas antes, a la 1.03 a.m. de la madrugada de ese día, la naturaleza destruiría Managua, la capital de Nicaragua con un terremoto que devastó casas, iglesias, hoteles y quitó la vida de más de 10 mil personas en pocos segundos.
Una semana antes, mi madre, una joven veinteañera había tenido un mal presentimiento. Estando en su cuarto con su ajuar de novia y su familia reunida, su vestido de seda blanca, encajes y perlas de ámbar rosa, el cual aún conserva, casi es estropeado por una primita menor. No le dio más importancia y siguió con los preparativos.
En la madrugada del terremoto, ella y su familia aturdida aún de lo que estaba pasando, no podía dejar de escuchar los gritos de los vecinos por la pérdida de sus seres queridos. Ellos trataron de refugiarse en el traspatio de la casa donde vivían.
Mi padre por su parte, quien vivía fuera de Managua, procuró que amaneciera para salir a buscarles al amanecer. El transporte público se había interrumpido y la circulación de vehículos estaba limitada, entonces tomó una moto y salió a buscar a su prometida. Al llegar a donde era la casa, yacía mí abuelo Frank y toda la familia. Todos estaban bien. Y así pues, ese mismo día dijeron que la boda civil y eclesiástica sería el 31 de diciembre de 1972, a las 4.00 p.m. en la Iglesia Bautista de Diriamba. No habría recepción lujosa, pero sí, lo más importante, mucho amor.
El mismo amor, con el cual dos años después nació su primera hija, Marietha. Y dos años después su segundo hijo, Denis. Y tres años después el menor, Gabriel, yo.
Todos criados con la mejor educación y guía posible. Primero con valores y principios de familia, bondad, transparencia, respeto, fidelidad y temor a Dios. Y segundo, con la mejor educación posible. Con el ejemplo que con trabajo arduo, constante y perseverante se puede crear una mejor Nicaragua.
Y así pues este 31 de diciembre de 2022, celebramos con amor y orgullo en un ambiente íntimo los 50 años de amor de nuestros padres. Entre el sonido de las cuerdas de violines, rosas y detalles especiales para con ellos, a quienes amamos. Felicidades padres. Gracias por su ejemplo.
