Una isla exótica, en medio del océano pacífico te hace entrar en contacto directo con la naturaleza, tiene el primer aeropuerto ecológico del mundo, una excepcional gastronomía en mariscos y te ofrece relajación total o adrenalina pura. Así es el archipiélago de las Islas Galápagos. Un lugar que se debe visitar al menos una vez en la vida.
¡Oh no! Para salir del túnel de lava de casi dos mil metros en donde estábamos metidos, teníamos que arrastrarnos por la única grieta de salida que estaba enfrente nuestro. El problema era que la grieta bendita; estaba debajo de una muralla de más de 500 toneladas de piedra volcánica derretida y petrificada, que parecía haber sido formada casi de forma diabólica por la naturaleza durante una erupción. Era apenas del alto de mis rodillas, profunda… húmeda, oscura, cubierta de lodo y olía a azufre mojado.
¡Apurate!… dijo mi hermana Marietha. Y seguidamente dio la orden final: ¡Pasá ya! Entonces me tiré al piso y mientras me arrastraba grité profundamente por la desesperación a lo desconocido. Y aunque la muralla era completamente segura porque era una pieza de roca sólida, lo único que pensaba era que en cualquier momento podría quedar aplastado. Pero decidido a desafiar mis miedos finalmente tomé una bocanada de aire, pasé y pude ver la luz de la salida. Mientras me levantaba me pregunté ¿Y qué diablos estoy haciendo aquí enlodado, oliendo a azufre y empapado…? Bueno era el inicio de las aventuras en las Islas Galápagos, un paradisíaco lugar en el océano pacífico del Ecuador que hay que visitar al menos una vez en la vida. Wow, está espectacularmente recomendado.
Por un cumpleaños súper especial
Teníamos horas de haber llegado por el cumpleaños de mi hermana. Habíamos aterrizado en el primer aeropuerto ecológico del mundo ubicado en Baltra, una de las 13 islas mayores del archipiélago; famosísimo por su naturaleza y centro de inspiración para investigaciones de científicos como el biólogo marino Jacques-Yves Cousteau y el naturalista inglés Charles Darwin, quien se inspiró en este lugar para concebir su teoría de la evolución de las especies por selección natural. Así que, estábamos en un lugar súper exótico y con mucha historia natural. Además de bello.
Previo habíamos estado en Guayaquil. Nuestro itinerario incluía Las Islas Galápagos, luego Quito la capital de Ecuador. De ahí nos moveríamos a Lima en Perú, luego a Cuzco y la cereza del pastel sería el imponente Machupichu
La naturaleza en la isla
Por su lejano acceso y leyes de conservación, la flora y fauna- ¡por dicha!, han podido permanecer casi intactas al hombre. Así pues los animales no demuestran temor alguno por la presencia humana. Investigadores y turistas pueden fotografiar e interactuar con las especies nativas de forma única, aunque siempre recomiendo discreción.
Por ejemplo, las pequeñas aves te acompañan a la mesa mientras desayunas frente al mar. Hay lobos marinos saliendo del océano para tomar un baño de sol o descansar en las bancas de madera frente a la playa y aunque huelen a marisco en descomposición, más de alguna cosa inusual harán sacarte alguna carcajada de relajación total.
Las iguanas marinas se apostan inamovibles a la orilla de los senderos. Y ni hablar del espectáculo de ver juguetear a los pingüinos cuando se bucea en la superficie del agua con un simple snorkelo, la experiencia que es nadar con manadas de tortugas marinas en los arrecifes de coral. ¡Wow! Esa es una interacción natural que hace de este archipiélago un lugar memorable para visitar. Para mí lo hizo un lugar espectacular.
Tras aterrizar en el archipiélago, teníamos que llegar a la Isla Santa Cruz, así que bajamos del avión, pasamos la inspección, nos subieron en un bus y nos trasladaron a un puerto de embarcaciones que conecta una isla con otra. Lugareños esperan a los turistas para movilizarlos a un precio razonable de unos US$25 dólares por vehículo, vayan una o cinco personas. Eso será la suerte del viajero. Sí… el combustible generalmente es bien económico en Ecuador, por ello el precio.
En los primeros kilómetros de recorrido en línea recta se ve cómo la naturaleza va cambiando de una zona árida a una boscosa, tropical y húmeda. De camino están Los Gemelos, un par de cráteres gigantescos cubiertos de vegetación.
Luego están las fincas de tortugas gigantes y los túneles de lava petrificada formados por erupciones de siglos pasados, los mismos donde Marietha y yo tuvimos la ilusión de ser aplastados por la piedra gigante que les conté al principio. Pero justo al llegar al puerto de Santa Cruz, historias e imágenes de animales únicos empezarán a despertar la curiosidad. Y aquí es donde el misticismo se vuelve magia y realidad…
Buscando el piquero
Y es que existe un animal exótico, casi mítico en el lugar. Probablemente sea el ave más fotografiada y buscada alrededor. Es un ícono y todos hablan de el. Tiene las patas de pato pero de color azul y parece pingüino, con su plumaje blanco con negro. Es el piquero de pata azul, un animal que vive en manadas y que se encuentra a lo largo de todas las islas. Es bello.
Habían pasado los primeros tres días de nuestro viaje y no lo habíamos visto salvo en las revistas, esculturas, camisetas y suvenires del lugar. Antes de llegar al hotel, mientras hacíamos un tour para visitar una gruta de tiburones, encontramos al piquero en el techo de una casa. Nos movíamos en un yate entre los farallones de rocas y encontramos cientos de estas aves anidando. Es un pájaro bastante sub real, su colorido, elegancia y pequeñez, lo hacen un ser amado. Adorable.
Amantes de los mariscos
La isla tiene lugares exquisitos para los mariscos asados. No son lugares lujosos, pero su sabor exquisito igual o supera con facilidad a cualquier afamado restaurante en las capitales gastronómicas de Lima, Ciudad de México, Nueva York o Amsterdam.
Recorrido en Santa Isabel
A como en toda la cultura latina, los isleños no son nada puntuales. Habíamos comprado un tour para visitar la Isla Santa Isabel, se suponía que partía a las 7.00 a.m. y debíamos llegar al menos 15 minutos antes de partir pero el yate por muy fuera de borda que fue salió una hora más tarde. No me quejé mucho porque el tour por persona me costó cerca de US$ 100 dólares americanos y unos turistas europeos habían pagado más de US$ 600 dólares americanos por cada boleto. Es decir, alguien que no éramos nosotros habían sido estafados…
Un guía bilingüe nos acompañó en la travesía de 2 horas de viaje en un yate para 36 personas con cuatro motores fuera de borda que nos hacía avanzar a más de 100 kilómetros por hora o 54 nudos. En el camino uno puede ver delfines. Decenas de delfines saltando en manada haciendo saltos circulares espectaculares y también se pueden ver la manada de otros yates de turistas que van a la otras islas.
En Santa Isabel, después de desembarcar nos sumergimos a un viaje exótico en snorkel, nadando con pingüinos, tortugas, peces de todas las especies pero en vivo y a todo color. Incluso uno casi puede tocarlos. Es pacífico y te llena el corazón de energía para el alma.
En la isla no tuvimos pastel porque realmente no lo pedimos pero creo lo hubiésemos encontrado pero nos llevamos en el corazón este lugar fascinante y las ganas de regresar pronto. El archipiélago de las islas Galápagos es exuberante y realmente exótico. Tiene mi categoría 10 para regresar.
Tome nota
1- Sea que viaje por aire o agua, usted debe pagar impuestos de embarque y de entrada a las Islas Galápagos. Son US$ 100 dólares por persona aproximadamente. Hoteles puede encontrar una gran variedad y puede visitar directamente sus páginas web de acuerdo a la categoría que pueda pagar. Hay hoteles realmente excepcionales.
2- Compre sus recorridos de una isla a otra al menos con 48 horas de antelación, puede ahorrarse cientos de dólares que comprarlos en línea y la ventaja es que usted mismo puede armar su recorrido. El costo promedio por persona es de US$ 100 dólares, versus los US$250 o hasta US$600 que puede costar en línea.
3- La cantidad de turistas que pueden ir de una isla a otra es limitado y cuando desembarca en el puerto deberá pagar impuestos de entrada también.
4- Use bloqueador solar, sombreros y no camine descalzo sobre la lava solidificada de los arrecifes porque de seguro se va a quemar los pies. A mí me pasó.